domingo, 5 de mayo de 2013

Semillas de Manzanas en la Luna



(Escrito por Ernesto Fernández)


  Año 3216, un momento en el que la tierra ya había dejado de ser habitada por seres vivientes hace millones de años tras tantas guerras, poderes que cambiaban y conflictos que no tenían principio ni final, la humanidad había decaído casi en su totalidad dejando reducidos grupos de apenas miles de personas en algunas partes del mundo, luego de la intervención cósmica, en un desesperado intento por preservar los escasos rastros de la humanidad, tres niños fueron enviados hacía las infinidades del universo esperando que algún día pudieran regresar y tal ves, hacer que la humanidad volviera a empezar desde cero...

  Castillo, nombre que lleva la nave en la que estos tres niños llevan durmiendo ya varios siglos a iniciado el programa de recalentamiento neuronal, despertando así a estos tres niños de su tan larga siesta criogénica, el primero de estos niños es un varón de ojos verdes con cabello corto y castaño llamado Auro, la segunda es una linda niña llamada Manzana, quien tiene largos rulos dorado, y el tercero es un pequeño niño moreno con pelo apenas un poco mas corto que el de Manzana y este niño llevaba por nombre Raziel.

  Una suave y mecánica voz femenina resuena con eco en toda la blanca e iluminada habitación, anunciando lo que sería el motivo de estar de estos tres desorientados y algo asustados niños, la voz les indica que ya hace mucho que sus papás y mamás les dijeron adiós y con mucho dolor aceptaron que el único camino posible para que hubiera un ultimo rayo de esperanza para su raza era que sus pequeños volvieran en algún momento hacia una tierra desolada y pudieran sanar tan horribles cicatrices que el hombre había dejado. Además anunció que ya la nave estaba entrando en orbita hacia el planeta por lo que era necesario que estos niños estuvieran preparados para lo que sea que les esperara ahí afuera.

  Una vez aterrizada la nave, esta empezó a abrir una gran puerta en medio de la habitación, miles de incógnitas pasaron por la mente de los niños, el miedo estaba presente, sin saber que les podía aguardar ahí afuera, la puerta terminó de abrirse y un segador rayo de luz cubrió toda la habitación haciendo que estos pequeños no pudieran ver nada, con mucho miedo, ni Auro, ni Raziel quisieron moverse de donde estaban parados y temblorosos, pero Manzana con mucha valentía se aventuró y fue directo hacia la segadora luz, Auro y Raziel en total asombro solo pudieron escuchar como Manzana soltaba se llenaba de asombro y maravilla, haciendo que Auro y Raziel también salieran.

  Bajaron una plataforma hasta que sus descalzos pies tocaron un suelo verde que se extendía hasta donde alcanzara la vista siendo interrumpido por grandes arboles, y mas allá, un mar completamente azul que casi se fusionaba en el horizonte con un cielo tan azul como el mismo mar. Al poner atención en frente, vieron alzada una colosal estatua muy deteriorada por los años pero que claramente era la figura de un ser humano alzando un brazo y mirando al cielo, se acercaron mas a la estatua para ver que había una inscripción que decía:

“LA ESPADA ES UNA HERRAMIENTA QUE HACE LA GUERRA, PERO SOLO EL HOMBRE SABE COMO EMPIEZA Y CUANDO TERMINARLA…”

 Luego varios seres alargados y blancos como la cal aparecieron desde atrás de la gran estatua con rostros de felicidad y que luego dijeron con voces suaves: “Los estábamos esperando…”

FIN

―Ernesto Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario